Información turística sobre los Países Bajos

Muy bien, abróchense los cinturones, intrépidos viajeros, y embarquémonos en una carta de amor a los Países Bajos, un pequeño pero poderoso reino conocido por sus paisajes bañados de tulipanes, sus horizontes coronados de molinos de viento y su queso para chuparse los dedos, ¡por supuesto!

En el corazón de los Países Bajos yace un rico tapiz de historia. Los vikingos vagaron por sus ríos, la realeza española buscó sus riquezas y los imponentes mendigos del mar holandeses lucharon por su libertad. Esta tumultuosa historia de poder y resistencia puede apreciarse en su arquitectura tradicional holandesa. Las delicadas casas con frontón enclavadas a lo largo de serenos canales, los altísimos campanarios de las iglesias y las estoicas defensas de las ciudades fortificadas. ¿Conoce esas bonitas casas con aspecto de pan de jengibre que se inclinan hacia un lado lo suficiente como para hacerle palpitar el corazón? Es sencillamente como entrar directamente en un cuadro de Vermeer.

"Gezellig" es una palabra que oirá a menudo en las casas holandesas (una vez que se le enrosque la lengua). A grandes rasgos significa acogedor, pero su verdadero significado va más allá de los meros sentimientos cálidos y difusos. Es una cultura de unión, el confort de estar con los seres queridos. Los holandeses se enorgullecen de este concepto, expresado a través de sus reuniones "borrel", o copas nocturnas con bromas amistosas y cubitos de queso en palillos.

En cuanto al paisaje, Holanda, que significa "tierras bajas", es tan llana como un pannenkoek (eso es una tortita, para los que no estén al tanto de las delicias holandesas). El punto más alto, Vaalserberg, está a sólo 322,7 metros sobre el nivel del mar. Pero lo que le falta al país en excitación vertical, lo compensa con sus canales entrecruzados, sus aterciopelados campos de flores y sus vacas de ojos avellana pastando en granjas de postal.

El clima marítimo templado confiere al país sus cuatro estaciones bien diferenciadas. Aunque no son tan dramáticas como, por ejemplo, "Juego de Tronos", las estaciones holandesas ofrecen su buena dosis de variedad climática. El invierno invita a patinar sobre hielo natural, la primavera anuncia mantos de flores de bulbo, el verano permite holgazanear junto al canal, y el otoño, bueno, todo vuelve a ser el acogedor "gezellig" en el interior.

Los lugares emblemáticos bañan el paisaje, desde la digna Casa de Ana Frank en Ámsterdam, el insuperable Rijksmuseum, hasta los humildes pueblos de Volendam y Zaanse Schans. ¿Celebraciones y festivales? El calendario holandés rebosa de ellas. Eche un vistazo al Día del Rey, en el que todo el país se convierte en un mar de naranja, o a la caprichosa fiesta de Sinterklaas con su ejército de "Zwarte Pieten".

Y ahí lo tienen, amigos. Los Países Bajos: un país pequeño con un gran corazón y un excedente de impresionantes vistas de las que empaparse. ¿Quién diría que el tamaño no importa?")

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